domingo, 26 de junio de 2011

Periodismo militar

¿Qué se espera del sargento de un pelotón militar? Que tenga en claro el panorama del campo de batalla y sepa señalar dónde está el enemigo. Que pueda establecer de dónde vienen los tiros.
Pero, sobre todo, que mantenga en alto el ánimo de la tropa. Que a fuerza de gritos le ahorre cualquier duda. Y, de mínima, que evite su fuga a las filas enemigas.
¡Aaaatención! ¿Quién no se ha estremecido también de chico con ese grito que logra que los soldados se pongan en filas y en posición de firmes?
“Atención, porque si eso no está cristalino uno podría quedarse deprimido del lado equivocado”. Eduardo Aliverti concluye así su columna del lunes 20 en Página 12. Se dirige al militante que no las tiene del todo clara, y por tanto tiene el riesgo de quedarse deprimido en el bando contrario. Vocifera al que le flaquean las rodillas, al que se puede dejar confundir. De allí el cristalino titulo de la columna: No confundirse. Que más que título es una orden y una advertencia.
De un primer vistazo, sus mostachones y su voz gruesa ya le asemejan a un suboficial de algún comando militar. Pero el hombre hace sus esfuerzos para que el lector no se quede con esa impresión de primera vista
Así, Aliverti no tiene empacho en titular una columna “Sin novedad en el frente”, como lo hizo el 30 de mayo pasado, como si, en su fantasía, estuviera dando un reporte a sus altos mandos. Dijo, sin decirlo, que le estaba escribiendo a “a mi capitán”. Habrá que adivinar quién.
Después de un detallado informe de los actores del frente, la imaginación verde oliva del columnista lo lleva a otear y describir “algún paisaje neblinoso en la cotización del dólar”, como si el hombre se viese en alguna trinchera del Atlántico Sur, observando los movimientos del imperialismo.
El 6 de junio, el sargento reporta al comienzo de su columna que “están tirando a lo pavote, que es lo único que les queda”, quizá para darle alivio al pelotón a su cargo. Pero no quiere sembrar demasiada confianza y advierte que “de todas maneras, y así sea que esta tenida va registrando algunos tiros por el lado de la justicia, no deben dejarse flancos”.
A tal punto el columnista sólo ve armas y balazos, que para defender a Hebe de Bonafini, advierte. que “hay formas y formas de apuntarle”. Como si aprobara alguna forma de encañonarla.
Humano al fin, a veces parece exultar cuando constata que el bando enemigo es la misma nada o no quiere ganar. Y en otras parece algo pesimista frente a la balacera, como cuando antes de que la presidenta anuncie su candidatura, admite. “El gobierno quedó a la defensiva… Y de momento, el anuncio presidencial sobre la candidatura a la reelección parece ser lo único capaz de poner freno a la andanada mediática”.
Valiente, audaz, decidido, digno de una medalla en el pecho, algunos días antes no había tenido miedo de señalar claramente al “enemigo”, los “comandos mediáticos”, desde donde, de todos modos, advierte que están “tirando las últimas balas para horadar al gobierno”.
Machazo como aquel general alcoholizado que desafiaba al principito, Aliverti se refiere con desprecio “a los gurkas”, ¡Y la incluye a Lilita Carrió en la lista!
Y a su tropa imaginaria no deja de recordarle que cualquier camino diferente que al que señala en sus columnas, es pasarse al bando contrario. Hacerle el juego a la derecha. El columnista de Página 12 es un especialista marcar la cancha.
Aliverti se sabe integrante de un cuadro, pero no en la primera acepción del diccionario de la RAE, sino en la 16: aplicada al Ejército, dícese de un conjunto de mandos. Pero su misión en este caso no es específicamente combatir a un enemigo. Su rol es el de mantener el ánimo, la identidad, las certezas y lealtad de la propia tropas .Sobre todo extirparle las dudas. ¿Qué general argentino decía que la duda es la jactancia de los intelectuales?
Por eso Aliverti no hace columnas de opinión, sino instructivos.
También 6,7,8, ofrece desde la televisión estatal este servicio “anti-dudas”, pero en registro “intelectual-irónico”.
El apoyo que Vargas Llosa había dado a Ollanta Humala en Perú, y su renuncia al diario El Comercio por la manipulación informativa que había hecho a favor de Keiko Fujimori, podía generar algún interrogante sobre la verdad ya establecida de que el premio Nobel no es más que un gorila al servicio de las corpo y de los gobierno antipopulares.
Así que 6,7,8 tuvo que salir a cumplir su misión con un arma que maneja muy bien, el argumento ad hominem. En realidad, aclararon sus panelistas en su análisis más profundo del caso, Vargas Llosa sólo actuó por despecho, porque Fujimori lo había vencido en anteriores presidenciales. Con lo que los panelistas de 6,7,8, sin ruborizarse, se pusieron del lado de Fujimori, de Keiko y de su padre.
Nada de dudas ni de interrogantes, ese fuego sagrado del periodismo, según decía Eloy Martínez. El periodismo militar los aborrece. Por eso el sargento no descansa hasta comunicar una mística que, como se sabe, bloquea los caminos de las preguntas y las perplejidades. Mística que, otra palabra tan cara a su vocabulario militar, también moviliza.
“Si se mira bien, escribe Aliverti en una de sus columnas, sólo ocurrió y ocurre que si la oposición no existe hay que crearla de alguna manera u operar en ese sentido. No porque sin oposición no se pueda gobernar. De hecho, no la hay y se gobierna sin mayores sobresaltos. Es que sin oposición no se puede contrastar, y sin contraste no hay mística. Y sin mística no hay gobierno que valga la pena”.
Que la presidenta apunte. Sin la mística militar de Aliverti, su eventual segundo mandato no valdrá la pena.

lunes, 6 de junio de 2011

¿A partir de cuándo libertad?

¿A partir de cuándo libertad?
Por Andrés Gauffin
Un boletín de Telam rebotado en alguno de los tantos sitios de información, cita las siguientes frases de un discurso de la presidenta Cristina Fernández en México. “Ambas, libertad e igualdad son complementarias e imprescindibles”. Y enseguida: “Para qué queremos libertad sin vivienda, salud o trabajo”.
¿Quién va a estar en desacuerdo con la primera de las frases? Pero la segunda, que se extrae como una conclusión deja mucha tela para cortar.
Es muy posible que no lo haya dicho así la presidenta, o que en su discurso haya dado matices que quedaron fuera del boletín. Que haya puesto contrapesos.
Pero por más oficial que sea, no está garantizado que una agencia como Telam comunique objetivamente lo que dice la presidenta. Porque es posible que sus funcionarios se arroguen cierto poder de policía sobre sus discursos. O al menos cierta prerrogativa de corregirlos, de embellecerlos, o de hacerlos más adecuados a la ideología del redactor o de su jefe. Para eso se hace periodismo militante en la agencia oficial.
¿De qué sirve la libertad si no se tiene salud, educación…? La pregunta hace acordar mucho a la famosa de Anatole France. “Todos los pobres tienen la libertad de morirse de hambre bajo los puentes de París”, citada no hace mucho por Eduardo Aliverti en Página 12.
Y claro que es punzante la frase, que conmueve. Que vaya un ricachón francés y le diga a un pobre que tiene la libertad de morirse de hambre bajo un puente del Sena.
Bien hasta aquí. Pero la pregunta tiene su reverso y hay que ser honestos, porque la libertad parece que no sirve para nadie. Entonces a ver quien le dice a los argentinos. “Miren, hasta que todos tengan una casa, su libertad no les sirve de nada. Y hasta que todos hayan terminado sus estudios. Y hasta que no haya una salita bien equipada en todos los barrios. Así que, hasta que eso ocurra, no gasten su tiempo en pensar por sí mismos, o tener sus propias preferencias políticas”. Etcétera.
Y ya que estamos en plan de darles consejos a los españoles, le digamos a los indignados de la Puerta de Sol que hasta que no tengan su propio piso, no se molesten por ejercer sus libertades. ¡Pero si justamente porque la usura de los bancos les ha dejado en la calle se han tomado la libertad de manifestarse públicamente, sin pedirle permiso a ningún señor que pretenda dictaminar a partir de cuándo sirve, y cuando no, la libertad!
“¿De qué sirve la libertad si no hay educación, vivienda? La frase tiene su efecto encantador. Pero por un lado sugiere que sólo los ricos son libres y que los pobres harían bien en dejar para más adelante cualquier anhelo de libertad, hasta que un gobierno le construya una casa, le asegura un trabajo, le de educación. Y, por otro, parece identificar la libertad con un valor un poco etéreo que “hay” en la Argentina en virtud de unas leyes o de un gobierno que no practica la censura previa o no impide manifestaciones.
En cambio, la frase así citada por Telam muestra una mínima o nula valoración por el ejercicio de la libertad. No la utópica libertad de hacer lo que uno quiera, sino la concreta de querer, de desear, de pensar, de decir, pedir, hacer asociarse, en los huecos que dejan los determinismos de cada uno y lejos del poder de quien propala esa pregunta.
Una cosa es la deshonestidad de pensar que una persona es libre sólo porque una Constitución lo dice, sin pararse a mirar los condicionamientos económicos, políticos, históricos y culturales. Y otra es caer en la soberbia paternalista de sentenciar que, hasta que entren alguna vez en el reino de la igualdad, a los argentinos la libertad no les sirve de nada.